miércoles, 14 de marzo de 2012

Isla de Madeira

Durante siete días y coincidiendo con la Semana Santa nos hemos desplazado a la Isla de Madeira con un objetivo netamente ornitológico. Desde semanas antes ya teníamos concertado algunas excursiones con la intención de observar de algunos Petreles y otras aves marinas.

Tras nuestro alojamiento en un hotel en el centro de Funchal, capital de la isla, realizamos una primera toma de contacto con la ciudad la cual atardecía.

Al día siguiente, y con el día libre de excursiones ornitológicas, visitamos los lugares de interés de la capital.

Al día siguiente y prometiéndonos las felices, nos ponemos en marcha a la espera de la llamada de la empresa de observación de aves para recogernos para embarcar. Efectivamente la llamada se produce pero lamentablemente tuvo una consecuencias que a la postre nos iba a obligar a cambiar toda la organización del viaje. Las autoridades portuarias habían decretado durante 5 cinco alerta por temporal y olas de más de 6 metros por lo que tuvimos que suspender todas las salidas.

A la vista de la situación decidimos conocer mas a fondo la ciudad y disfrutar de su gastronomía y recorrer la isla en coche por las costa y realizar unos senderos a pesar del mal tiempo.

Como no podía ser de otra manera aprovechamos este contratiempo para recrearnos en la visita, por cierto imprescindible, del “Mercado do Labradores”. Un maremágnum de colores, olores y sonidos invaden nuestros sentidos mientras recorremos sus dos plantas. Las frutas y flores tropicales dominan este espacio.

Hacemos una parada en nuestro recorrido para disfrutar de un té a media mañana en la tetería de más rancio abolengo como el Café Gran Golden Gate. Tras este breve pero intenso receso, visitamos la plaza de PaÇos do Concelho donde se encuentran el Palacio do Municipio y la Igreja do Colégio.

El resto de nuestra estancia la hemos dejado para recorrer la isla. Comenzamos realizando un itinerario por la costa desde Funchal por todo el sur y sureste de la isla . En algunos momentos la carretera nos hacía ganar altura por lo que las vista eran espectaculares.

Con amenaza de lluvia comenzamos el sendero de “Las Queimadas” que nos adentraría en un bosque húmedo tropical donde tuvimos la suerte de atravesar una masa de Sabinas con troncos, que en su mayoría eran, de más de 30 cms. La lluvia hizo acto de presencia lo que dificulto nuestra marcha por la levada además de limitar la toma de fotografías.

El siguiente sendero lo realizamos por el llamado Rabaça donde al igual que el día anterior la protagonista fue la lluvia.

Finalizamos el viaje con un sabor agridulce por no poder haber disfrutado de la ornitología de la isla en plenitud. Sin embargo hemos conocido otros aspectos de esta isla tropical con sabor a tiempos pasados.



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