domingo, 14 de agosto de 2016

Isla de Córcega I

12 al 19 de julio 2016
           Una vez más hemos elegido una isla del Mediterráneo para desconectar en nuestras vacaciones. Al igual que en las otras islas ya visitadas, Creta y Sicilia, nuestro interés era variado. Córcega es una isla capaz de combinar el mar y la montaña, hasta el punto de poder disfrutar de playa y deportes náuticos en verano y deportes de nieve en invierno. Rebuscando también podemos localizar yacimientos arqueológicos, museos con pinturas importantes, capillas recónditas con frescos magníficos con más de 600 años o descubrir las innumerables Torres Genovesas vestigios de otra época gloriosa. Por su puesto en cuanto a la gastronomía son productores de vinos y chacinas variados, aderezadas con gran cantidad de quesos. Otro de nuestro objetivo era la observación de la fauna del lugar y en concreto de 3 especies de aves endémicas de la isla.

          Nuestro viaje comienza en Sevilla donde volamos hacia Bastia pasando por Barcelona. El regreso lo hicimos por los mismos aeropuertos. Nuestro alojamiento se encontraba a 10 minutos del aeropuerto. Este año hemos optado por una casita en una urbanización rodeada de pinos y alcornoques junto al lago Biguglia y a la playa.

             La isla tiene una longitud de 183 kilómetros en su parte más larga, es decir, incluyendo “Cap Corse” y 83 kms. en la zona ancha. Estas dimensiones unido a la falta de buenas infraestructuras y a su ortografía le confieren una dificultad añadida a la hora de visitar los aspectos de más interés de la misma.


DÍA 12.-
     Aterrizamos sobre las 12 de la mañana por lo que tarde la dedicamos a realizar una incursión en Cap Corse y ver las primeras Torres Genovesas, otrora oteaderos vigilantes de las invasiones. Regresamos pronto para tomar posesión del alojamiento.

DÍA 13.-
      Como todos los días en adelante nos levantamos sobre las 6:30 y que a la postre fue un gran acierto, de lo contrario no hubiesemos podido cumplir con nuestras expectativas. En primer lugar nos dirigimos a Porto con la intención de coger un barco para visitar la RN Península de Scandola. En sus acantilados se pueden observar criando Águilas pescadoras. El fuerte viento y el mar embravecido nos lo impidieron. Sin pensarlo cambiamos el orden de los días. A un par de kms. Se encuentran las calas de Piana. Allí observamos un joven de Cormorán moñudo y un adulto de Gaviota de Audouin, pudiendo también escuchar por primera vez la Curruca sarda.




       Durante el camino se nos cruzó un macho fugazmente. Según nos cuenta un ornitólogo francés que encontramos, en el pueblo de Piana y junto al descampado del campo de fútbol observó sin dificultad Curruca sarda (42.239007, 8.637635).

          Desde allí nos dirigimos al Bosque de Aitone. Un poco después de Evissa comienza la inmensa masa forestal de coníferas. La tarea de buscar aquí ciertas especies parecía complicarse. La casualidad hizo que en la primera estación de búsqueda nos tropezáramos con otro ornitólogo que nos indicó que hacia media hora había observado en un Trepador corso (42.272862, 8.845272) pululando por las copas de unos pinos en un claro del bosque. Nos desplazamos a la zona y tras un rato de espera vimos un ejemplar sobre las copas. No fue hasta un rato después cuando bajó a media altura y pudimos disfrutar de un macho espectacular.

        Con la alegría propia del momento decidimos continuar con nuestra planificación del día. En este caso, la localización de dos capillas recónditas en mitad de ninguna parte. En ambas había que buscar a los “guardianes” de las mismas que custodiaban las llaves. Tras múltiples peripecias para conseguir tan preciado tesoro y tras recorrer caminos abandonados, senderos diría yo, llenos de hierbas, disfrutamos de la primera de esas maravillas imposible de describir con palabras, la Iglesia de San Nicolao en el pequeño pueblo de Sermano. Capilla del siglo XV dentro un pequeñísimo cementerio de no más de 10 sepulcros en el suelo, algunos de 1900, y que en cuyo interior se encuentran unos frescos increíbles. Aunque he de confesar que no soy pro fenómenos inexplicables, tengo que decir que en el interior de la capilla parecía haber una “energía” que se sentía.  




          Otra cosa curiosa que nos ocurrió fue que cuando Polette, “la guardiana de la llave” y señora nonogenaria nos la entregó nos dijo: “Tened calma, la ida se hace con impaciencia y el regreso confundido”. Tomamos la llave y comenzamos la bajada hacia no sabíamos donde. Transcurrido unos 10 metros y sentado en el escalón de una casa abandonada, como casi todas en el aquel lugar, un gato se nos acercó y después de ronronear entre mis piernas tomo la iniciativa y poniendose delante cual guía, nos llevo sin perdida hasta el campo santo después de algo más de un kilómetro. Esperó que abriésemos la reja, pudiendo haber penetrado entre los barrotes, y marchándose directamente a la puerta de la capilla, se subió al escalón de entrada, bastante alto por cierto y esperó mientras que nosotros contemplábamos la misma desde el exterior y el pequeño cementerio. Al abrir la puerta con la enorme llave, el gato, como no podía ser de otra manera, accedió al interior el primero. Una vez dentro nos embargó la emoción, se sentía una magia en el ambiente ya que además el gato se había posicionado delante del altar y contemplaba fijamente los frescos como si estuviese disfrutándolos incluso valorando el arte que ante nosotros teníamos. Cuando lo consideró oportuno y después de un rato de “meditación”, el gato se salió de la capilla y se fue a uno de los sepulcros, concretamente de 1907 y se sentó en encima donde permaneció un buen rato mirando la lápida. Después de un par de minutos tomando fotos de los exteriores y tras haber cerrado la puerta de la pequeña capilla, el gato desapareció. Con serias dudas de lo ocurrido retomamos la subida tal como la “custodiadora” nos había precedido. Cuando llegamos de nuevo a su casa, nos preguntó por la experiencia vivida con una sonrisa enigmática. Ese fue el momento en que decimos marcharnos.

        No sin falta de emociones y bastante cansados por el largo día y las vivencias tenidas aun encontramos fuerzas y ganas para buscar otra de las joyas de la zona, en este caso la Iglesia de San Quilico del siglo XIII en el pueblo del mismo nombre. Esta iglesia está rodeada de enigmas. De estilo Románico, tanto su decoración como su fundación son tardíos. Otro aspecto curioso parece ser su emplazamiento rodeada de pequeñas iglesias que sí cumplen con los estándares cronológicos.




           Resulta increíble que estas maravillas hallan superado  el paso del tiempo casi intactas. Imagino que su ubicación ha resultado clave. En la imagen inferior, un hombre matando a la serpiente. Simbología permanente de la tentación, haciendo clara referencia a Adam y Eva.


           Finalizamos la jornada ya tarde con un baño en las playas de Bastia.
Día 14.-
      Esta mañana nos hemos desplazado a Vizzanona, pequeño conjunto de casa alrededor de una estación de tren muy cerca del Puerto de Montaña del mismo nombre y sede de deportes de invierno. Aquí la intención era localizar el Verderón corso y el Piquituerto. Este último es una subespecie. Tras permanecer por la zona al menos tres horas tan solo conseguimos localizar una hembra de Piquituerto (42.127858, 9.132684), mientras que la otra especialidad de la isla y objeto de búsqueda resultó infructuosa.
     Siguiendo con nuestros planes nos dirigimos del centro al norte, hacia Calvi. Preciosa ciudad coronada con una gran Ciudadela que alberga el casco antiguo de la ciudad donde se entremezclan los turistas y los habitantes de la misma. En la entrada de su puerta principal de puede leer este lema que hace referencia a la resistencia mostrada por la cuidad en defensa de la república Genovesa ante el asedio de la Armada Británica.


         Como ciudad costera que es, posee una “Marina” con gran cantidad de yates, siendo lugar de recreo, preferentemente, de algunos franceses de economía “solvente.


      De regreso al alojamiento paramos el “L´îl Rousse”, pueblo- urbanización de verano, donde pudimos oír y ver moviéndose por el maquis costero a la Curruca sarda (42.638672, 8.978200).

DÍA 15.-
      Hoy nos hemos desplazado de nuevo a Porto con la intención de realizar el recorrido en barco. En esta ocasión los “hados” nos fueron propicios. Increíble paisaje costero volcánico lleno de magia y simbolismo. Un poco antes de embarcar nos dio tiempo de visitar la Torre Genovesa restaurada con enormes vistas de la ciudad y sus alrededores.




           Ya desde el mar, los acantilados con sus cuevas impresionan. Además el paso del tiempo y la imaginación han “modelado” la orografía de los mismos pudiéndose observar formas caprichosas en las rocas, como la roca que se asemeja al “Moro” de la bandera de Córcega o la roca Elefante.




             De regreso entramos en la cuidad de Corte a visitar su ciudadela. Hoy en día museo, conserva los vestigios de la época.










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