Ya han
pasado casi 40 años desde que cayó en mis manos el libro
“Atrápame ese mono” de Gerald Durrell. Posteriormente vendría
su famosa trilogía inspirada en sus vivencias como niño cuando
vivía en la Isla de Corfú.
Con la
llegada del otoño se me han venido a la mente algunas de los pasajes
que contaba en el primer libro de la trilogía, “Mi Familia y demás
parientes”. El título de esta entrada quiere emular, salvando las
distancias por supuesto, uno de sus capítulos denominado “El mundo
en un muro”.
Han
transcurrido ya 16 años desde que un buen día, mi tío Santiago en
Segovia me regalara unas varas de viña del país. Imagino que de
forma visionaria se refería a lo que hoy se denomina D.O. de Rueda
con su uva "Verdejo". En su familia, su padre producía, desde siempre,
vino de forma tradicional para su consumo personal. El que algunos
denominamos de “Pitarra”. Durante mis estancias estivales en el
pueblo de Miguelañez tuve la oportunidad de acompañarle en muchas
ocasiones a revisar los “marranos”, la huerta o la acometida de
agua al pueblo desde un manantial, lo que me permitía satisfacer mi
curiosidad al preguntar por las costumbres de la vida rural.
Aunque no
era persona de estar sentado en algunas ocasiones disfrutábamos de
alguna actividad relajada debajo de su enorme parra. Allí comienza
realmente éste relato.
Cuando la
parra, ya en casa, comenzó a ocupar un espacio importante en el
pequeño patio, de no más de 25 metros, también comenzaron sus
“problemas” de salud.
Tengo que decir que estos problemas y sus
soluciones naturales nunca llegué a verlos en el pueblo. ¡Aquellas
eran parras sanas y sin presencia aparente de “Bichos”!. Jamás
he tratado a la cepa con ningún producto agresivo ya que mi
intención simplemente era aprovechar su sombra, y sus “plagas” no
solo eran y son asumibles sino que por el contrario nos entretenían.
La primera de las especies que nos invadieron y más fáciles de
detectar fue un Esfíngido de la Orden Lepidoptera, la Esfinge de
Banda Plateada, Hippotion celerio. Una perfecta máquina de devorar
hojas.
Después
de tanto años aún no hemos localizado la presencia de la Esfinge
menor de la vid, Deilephila porcellus, y E. mayor de la vid, Deilephila elpenor,
ni en fase de oruga ni adultos volandos. Bastantes años más tarde, hemos podido comprobar como las hojas iban siendo caladas por el envés dejando la
nervaduras de la hoja al descubierto a modo de encajes de puños de
camisas y otros abalorios propios de la época "Cervantina". No obstante ya se mencionan en el propio "Quijote".
La parra había sido colonizada por un Coleóptero familia de los Chrysomélidos, el llamado Coquito, Áltica de la vid o pulguita de la vid, Haltica ampelophaga. Este último apelativo se debe a su capacidad de dar salto en caso de peligro.
La parra había sido colonizada por un Coleóptero familia de los Chrysomélidos, el llamado Coquito, Áltica de la vid o pulguita de la vid, Haltica ampelophaga. Este último apelativo se debe a su capacidad de dar salto en caso de peligro.
Oruga y puesta |
Oruga alimentándose |
Adulto |
Ácaros y
pulgones también están presentes en función del estado de
fortaleza de la planta y de la climatología. Pero no ha sido hasta
este año cuando hace un mes que detectamos caminando, por la mesa
que se ubica debajo de ella, unos pequeños insectos aparentemente
escarabajos del mismo color, rojo y negro, pero de distinto tamaño.
Tras una observación pudimos comprobar que en realidad se trataba de
ejemplares de Chinches, es decir, pertenecientes al Orden Hemíptera
y en este caso al Suborden Heteroptera. Era la primera vez que se localizaba esta
especie en la planta.
¡Otro
“Bicho” más!
Prestando
más atención a las evoluciones de estos ejemplares por la parra
constatamos que atacaban a las larvas de las Haltica ampelophaga, a
las cuales pinchaban con su estilete y succionaban su contenido hasta
dejarlos secos.
Con todos
estos datos acotamos la búsqueda de manera notable hasta, en este
caso, localizar la especie. Se trataba de la Chinche azul, Zicrona
caerulea, de aspecto trapezoidal y que posteriormente averiguaríamos
que en su cuerpo podemos encontrar 5 secciones, de ahí su clasificación en la
Familia Pentatomidae. Nuestra curiosidad aumenta e indagando
encontramos información en fuentes de Agricultura Ecológica. Esta
Chinche se alimenta de plagas de la vid, si bien, en algunos lugares
también succiona materia vegetal. La especie sufre 5 estadios de
ninfa antes de alcanzar el aspecto de adulto, que en nada se asemeja
a sus estados anteriores.
Días más
tarde desde la localización de las ninfas de nuestra ahora “amiga”
Zicrona caerulea, podimos ver por primera vez a los adultos.
En otra zona del pequeño patio, la biodiversidad es también patente. Desde las puestas de Salamanquesas, Tarentola maurutanica que se reproducen con normalidad hasta otras Chinches, Cerambícidos y por supuesto Arácnidos, pero este último grupo será motivo de otra entrada que sin duda requerirá la colaboración de los expertos para su identificación.
Con este relato quiero hacer mi pequeño homenaje a Santiago Arévalo al que siempre
tendré en mi memoria y al que a buen seguro hubiese disfrutado
debajo de nuestra parra.
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